El siglo XX supuso un gran avance para la infancia ya que se
consiguió la declaración de los “Derechos del niño”. Sin embargo el proceso no
fue fácil, tuvieron que pasar dos guerras mundiales para que finalmente la ONU aprobara
la declaración de los Derechos del Niño en 1959.
Hace poco unas compañeras nos hablaron sobre ellos en su
trabajo grupal, pero se centraron más en el maltrato infantil por lo que he decidido
ampliar la información, pues me quede con ganas de saber más.
Para mi sorpresa, nada más comenzar la búsqueda he encontrado
que la declaración de los Derechos del Niño no tenía fuera legal, es decir, era una declaración de intenciones y
los países firmantes no estaban obligados a cumplirlos. ¿Cómo es esto
posible? ¿Cómo puede un país firmar algo que luego no piensa cumplir? Entre estos
derechos que firmaron, algunos son básicos y de vital importancia como “derecho a ser protegido contra el abandono y
la explotación en el trabajo, “derecho a una educación gratuita. Derecho a
divertirse y a jugar” y “derecho a una alimentación, vivienda y atención médica
adecuada”.
Afortunadamente, esta falta de operatividad y de fuerza legal fue la principal causa para
la elaboración de la Convención de los
Derechos del Niño en 1989 y por fin los países firmantes acordaron convertirlo
en Ley Internacional. No hay que olvidar que los Derechos del Niño son derechos que poseen todos los niños y niñas y presentan tres importantes características:
-
Sin
inalienables e irrenunciables.
-
Son
innatos.
-
Son
imprescindibles para el desarrollo de una infancia digna.
Tristemente la realidad
social es mucho más compleja y en la actualidad los niños siguen siendo objeto
de explotación y abuso en algunos países.
Me gustaría destacar la figura del médico polaco Janusz Korczak durante la II Guerra
Mundial. Éste fue un gran precursor
de los derechos del niño, incluso creó su propia declaración de derechos, entre
los que encontramos “derechos al amor”, “derecho al respeto” “derecho a la
educación” “derecho a una mentira, una equivocación, a un hurto ocasional”, entro
otros. Si me ha llamado la atención es precisamente, porque durante la guerra
se dedicó a crear orfanatos para aquellos niños que habían perdido a sus padres
y, aunque tuvo la oportunidad de salvarse, acompañó a sus alumnos para
compartir su trágico destino en el campo de concentración de Treblinka. Esto si
es un hombre fiel a sus ideas. En la ciudad de Yad Vashem, cerca de Jerusalen,
se levantó un monumento en su memoria, que es el que podéis ver debajo
de estas líneas.
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